
Nasser Zafzafi, el líder del llamado Movimiento Popular de Alhucemas, que se encontraba en busca y captura desde el viernes, ha sido detenido este lunes, según fuentes del Gobierno. Zafzafi está acusado de interrumpir el sermón de imán en la mezquita de su barrio. Las autoridades intentaron detenerlo, pero decenas de jóvenes acudieron a su casa para impedirlo. Zafzafi puede ser condenado hasta con tres años de cárcel.
Durante el fin de semana, la fiscalía provincial de Alhucemas ha ordenado el arresto de al menos 22 de los principales activistas, aunque las asociaciones de derechos humanos informan de 37 detenciones. A pesar de que la cúpula del Movimiento se encuentra privada de libertad, las protestas continúan en el Rif.
Alhucemas y los pueblos de los alrededores están tomados por la policía. El domingo a las siete de la tarde, antes de romper el ayuno de Ramadán, solo se ven furgonetas antidisturbios en las entradas y salidas de los pueblos. Cuatro horas después empiezan a concentrarse decenas de jóvenes en una calle de Alhucemas. La plaza principal está tomada por los antidisturbios.
Asalto a la casa de Nasser Zafzafi, el líder del Movimiento Popular.
El sábado, cientos de jóvenes se manifestaron en varias localidades del Rif. La mayoría de esas concentraciones fueron disueltas por la policía. El domingo a las once y media de la noche, otros tantos jóvenes volvían a concentrarse en el centro de Alhucemas. Sobre esa hora, miles de personas salieron a las calles de Casablanca, Rabat y Tánger, para solidarizarse con los detenidos. En Alhucemas, los jóvenes intentaban alejarse de la calle donde estaban apostados los agentes antidisturbios. “La manifestación es ahí arriba”, gritaba un joven a los otros, “quien quiera quedarse aquí junto a los policías lo hará bajo su propia responsabilidad”.
Una vez llegados al final de la calle empinada, los jóvenes se iban sentando en el suelo. Coreaban el lema de Marruecos, pero en vez de decir “Dios, patria y rey” cantaban “Dios, patria y pueblo”. Uno de ellos tomó la palabra. “Vamos a esperar a que Nasser vuelva, vamos a seguir reclamando la libertad de los detenidos y las mejoras económicas y sociales para el Rif. Pero tenemos que seguir la trayectoria pacífica de Nasser. No podemos entrar en las provocaciones del Ministerio del Interior. No tienen que llevarnos a su terreno de violencia. El pacifismo durante siete meses es lo que nos ha traído hasta aquí. Si alguien tiene un conflicto personal con el Makjzén (el poder del Palacio Real) que lo solucione aparte de nosotros. El Movimiento es pacífico y así va a seguir. Si me detienen a mí otro me sustituirá”.
La inmensa mayoría de los manifestantes eran hombres jóvenes. Pero una joven tomó la palabra. “Las mujeres también tienen que salir con nosotros, porque han detenido a nuestros hijos y nuestros maridos. Y no hemos hecho mal a nadie. Mañana a las nueve [por el lunes] se celebra el juicio contra algunos de los detenidos. Tenemos que ir delante del Tribunal a apoyarlos”.
Terminaron la concentración con una juramento que se ha ido gestando a lo largo de los siete meses de protestas. Con las manos en alto, juraron que no van a volver atrás, que no van a traicionar la patria ni vender ni engañar al pueblo. En la concentración no se veía ninguna cámara de ningún periodista local ni extranjero, solo los teléfonos de algunos activistas grabando a los demás.

“La gente que filmaba bien ha sido detenida”, afirma un simpatizante del Movimiento. “Pero es increíble que no vengan más periodistas. Esto está sucediendo a las puertas de Europa. No es solo que hayan detenido a gente pacífica, sino la forma en la que los han detenido, entrando a la fuerza en sus lugares de trabajo y en sus hogares. A Mohamed Jelloul, que pasó cinco años en la cárcel, tras las protestas de la primavera árabe en Alhucemas y salió solo hace un mes, lo detuvieron en un restaurante. Nasser ha tenido que huir y otra gente también ha huido. Es como si en vez de un Movimiento pacífico esto fuera las FARC”.
El fiscal provincial de Alhucemas, Mohamed Aqwir, acusa a los detenidos de “atentar contra la seguridad interior del Estado, incitar a cometer delitos y crímenes, humillar a funcionarios públicos durante el cumplimiento de sus misiones y cometer hostilidades contra los símbolos del Reino en reuniones públicas”, entre otros delitos.
El fiscal publicó un informe el domingo en el que asegura que algunos de los detenidos estarían implicados en unos incidentes sucedidos el pasado 26 de marzo en las localidades Imzuren y Beni Bouayach. Aquel día, según el fiscal, “una residencia y vehículos de las fuerzas públicas fueron incendiados, bienes ajenos y de utilidad pública dañados y varios funcionarios públicos humillados y agredidos, además de otros actos”.
Detención del activista Mohamed Jelloul.
Hace una semana, el lunes 22 de mayo, una delegación ministerial viajó a Alhucemas por primera vez en medio año, para reunirse con representantes de la sociedad civil. Había cientos de personas en una sala del Gobierno civil. Pero no estaban los principales activistas del Movimiento Popular. No obstante, los ministros reconocieron que la mayor parte de las reivindicaciones de los manifestantes eran “razonables” y se comprometieron a “acelerar” las inversiones que ya se habían anunciado en 2015.
“Era una zanahoria que no nos creímos”, señala el citado simpatizante del Movimiento. “De hecho, ya tenían preparado todas estas investigaciones judiciales para descabezar el movimiento”.
Hoy en día, algunos de los principales activistas que continúan en libertad no responden al teléfono y han abandonado su actividad en las redes sociales. Las calles siguen tomadas por la policía y cada noche se espera una concentración de protesta.
El hombre de Alhucemas que se convirtió en símbolo del descontento
Hace ocho meses Nasser Zafzafi era un desempleado soltero de 37 años que volcaba sus opiniones políticas en vídeos en su cuenta de Facebook. Nadie lo conocía más allá de Alhucemas. Pero la muerte de Mouhcine Fikri, un vendedor de pescado triturado en un camión de basura cuando quería impedir que le confiscaran la mercancía, trastocó para siempre la vida de Zafzafi y la de esta ciudad de 60.000 habitantes situada en el corazón del Rif.
El Gobierno acusó en mayó a Zafzafi y a los suyos de actuar bajo intereses separatistas provenientes del extranjero y Zafzafi convocó en Alhucemas una manifestación el 18 de mayo, con decenas de miles de manifestantes bajo el lema “No sois un Gobierno, sois una mafia”. Decenas de jóvenes llevaban camisetas donde se decía: “Todos somos Zafzafi”. Desde este viernes por la tarde Zafzafi se encuentra en busca y captura, acusado de interrumpir las oraciones de un imán en la mezquita. Más de 20 activistas fueron detenidos en Alhucemas entre el viernes y el sábado.
En las primeras concentraciones que se organizaron en la plaza central de Alhucemas tras la muerte de Fikri mucha gente subía al estrado y cogía el micrófono. Pero Zafzafi se reveló como el mejor orador. Hablaba sin tapujos de los ministros, del Makjzén (poder del Palacio Real), de las autoridades del Rif. Pedía que se aclarase quiénes fueron los responsables de la muerte de Fikri. Pero reclamaba también mejoras económicas y sociales para la región. El movimiento de protesta se fue estructurando alrededor de su figura. Y tomó el nombre de Movimiento Popular. Nasser Zafzafi se convirtió en un símbolo.
Entre los militantes, no era el que tenía el discurso mejor ordenado, ni el de mayor formación. Él mismo confiesa que no fue ningún as en el colegio y que a duras penas llegó al segundo año de bachillerato. Mientras algunos de sus compañeros se expresan en cuatro lenguas, entre ellas el francés y el español, él lo hace siempre en árabe dialectal marroquí y amazigh. Sin embargo, Zafzafi fue con muchísima diferencia, el de mayor carisma.
Durante meses, la mayor parte de medios marroquíes evitaron hablar de él y de las protestas. Sin embargo, la figura de Zafzafi fue creciendo a través de las redes sociales. Y se fue sabiendo algo más de su vida. Como tanta gente en Alhucemas, había hecho de todo un poco: fue camarero, trabajó de portero en la puerta de un bar durante cinco años y antes de quedarse en paro abrió una tienda de móviles, de la que aún le queda su Iphone 7. “Cerró la tienda porque decía que tenía que pagar muchos impuestos”, indica uno de sus amigos.
Se declara musulmán y su referencia política es Abdelkrim el Jatabi, el héroe local que infligió a los españoles en 1921 la derrota del desastre de Annual e instauró hasta 1926 la república del Rif. Sin embargo, Zafzafi no se considera separatista. Nunca militó en ningún partido y los criticó a todos. Decía que eran títeres del Palacio Real.
Este diario preguntó a Zafzafi el pasado febrero cuáles eran las peticiones del Movimiento. Y contestó: “Nuestras reivindicaciones son claras: sociales, económicas y culturales. [En el Rif] hay una política de marginación, discriminación y vulneración sistemática de los derechos humanos. Nuestro movimiento surgió para decir basta ya. Queremos que nuestros hijos tengan asistencia sanitaria, que nuestras niñas reciban una educación en aulas de 25 compañeros y no 50, como ahora. Queremos que la mujer rifeña crezca y viva en igualdad de género. Queremos la abolición del decreto de 1958 por el cual se considera Alhucemas una zona militarizada. La gente quiere universidades y un hospital especializado para hacer frente al cáncer, ya que en el Rif tenemos el índice más elevado del país en casos de cáncer”.
Nasser Zafzafi y su Movimiento consiguieron que la semana pasada se desplazara a Alhucemas una delegación ministerial para transmitir a la sociedad civil un mensaje expreso del rey en el que el Gobierno se comprometía a acelerar las inversiones previstas —y atrasadas desde hace varios años— en Alhucemas. Zafzafi no acudió a la cita porque dijo que no estaba invitado y aseguró además que no creía en esas promesas.
El pasado viernes Zafzafi acudió a la mezquita de su barrio e interrumpió al imán cuando el predicador acusaba al Movimiento de crear un cisma en Marruecos. A raíz de ese incidente el fiscal provincial de Alhucemas ordenó su arresto. Cientos de personas acudieron a su casa para impedirlo y finalmente Zafzafi pudo escapar. A partir de esa tarde algunos de sus más íntimos colaboradores ignoran su paradero.
El mismo viernes en que Zafzafi tomó la palabra en la mezquita varios semanarios marroquíes le dedicaban la foto de portada. En la publicación Telquel, Zafzafi declaró: “Yo he realizado un testamento en forma de vídeo y se lo he confiado a mi padre. Si me sucediera cualquier cosa él lo va a difundir a gran escala. En este vídeo yo designo, por orden, los nombres de mis sucesores”. El periodista concluyó el artículo afirmando: “De hombre providencial, que plantea reivindicaciones justas, a megalómano no hay más que un paso”.
En el último mensaje que difundió en vídeo tras escapar de la policía Nasser Zafzafi llamó a los suyos a mantener siempre las reivindicaciones de forma pacífica.
La policía detiene a más de 20 activistas en Alhucemas
El líder de las protestas de Alhucemas, Nasser Zafzafi, no es el único que se encuentra bajo orden de arresto. El fiscal de la provincia anunció este sábado en un comunicado la detención de 20 personas entre el viernes y el sábado por la mañana, por “supuestos crímenes contra la seguridad interior del Estado y por otros crímenes de derecho común”. Dos asociaciones locales de derechos humanos elevaban la cifra a 28 detenidos. Durante la noche del sábado, una concentración en Alhucemas en apoyo de los arrestados fue disuelta por la policía.
La Fiscalía indicó que había encargado una investigación a la policía judicial. “Los primeros indicios de la investigación muestran que los detenidos habrían recibido transferencias de dinero desde el extranjero para apoyar su logística y actividades de propaganda”.
El Gobierno venía deslizando desde hace meses el mensaje de que el Movimiento de las protestas estaba siendo financiado desde el extranjero. Ante esa acusación, Nasser Zafzafi respondió este viernes en el semanario Telquel: “Si seguimos el razonamiento del Makjzén (el poder del Palacio Real) que nos acusa de recibir fondos del extranjero, todos los rifeños deberían estar entre rejas. El Rif sobrevive gracias a las transferencias de dinero de los emigrantes”.
Respecto a las detenciones, un miembro del Movimiento Popular, el grupo que organiza las protestas, señaló: “A algunos de los compañeros los fueron a buscar a su casa a las cuatro de la madrugada y a otros a sus puestos de trabajo a las 6:00 de la mañana. Pero el Movimiento no está descabezado, porque el Movimiento somos todos en Alhucemas”.
Entre los detenidos se encuentra el maestro de 46 años Mohamed el Majaoui, quien se expresa perfectamente en español, es uno de los principales ideólogos del “movimiento” y declaró en febrero a este diario: “El movimiento no tiene una ideología definida. Aquí hay gente muy distinta. Pero lo principal es que estamos hartos de que nos tomen el pelo. No estamos aquí para saber quién apretó el botón que mató a Fikri en el camión de la basura. Fue todo un proceso el que condujo a la muerte de Fikri. Y los responsables de ese proceso son algunos ministros que aún no han dimitido”.
Análisis: Marruecos opta por la represión en el Rif: intenta decapitar la rebelión

Ignacio Cembrero
El líder de la rebelión rifeña está en busca y captura después de haber denunciado en una mezquita de Alhucemas que Rabat utiliza también la religión para tratar de acallar las protestas
El corazón del Rif había quedado sumido en una tregua, por lo menos hasta finales de julio cuando estaba convocada la siguiente gran manifestación, pero las autoridades marroquíes dieron el viernes al traste con ella. No está claro si volvieron a meter la pata o si quisieron acabar de una vez con la rebelión, que empezó hace siete meses, en la provincia de Alhucemas.
Esta vez ha sido el Ministerio de Asuntos Islámicos el que ha echado leña al fuego al querer utilizar a los imanes para desactivar las protestas en Alhucemas y sus alrededores. Recurrir a la religión para alcanzar fines políticos forma parte de las costumbres de su titular, Ahmed Toufiq, no solo en Marruecos sino más allá de sus fronteras empezando por Ceuta y Melilla donde tutela a casi todos los clérigos musulmanes.
Toufiq exigió a los imanes de la provincia de Alhucemas, todos ellos asalariados de su ministerio, que el viernes, el día que más fieles acuden a rezar, pronunciaran un sermón en el que reprochasen a los jóvenes rebeldes el fomentar la “fitna”, el enfrentamiento entre musulmanes. Su orden ponía de facto fin a la tensa calma que reinaba en la provincia desde hacía ocho días.
Tras la gigantesca manifestación del 18 de mayo el Gobierno marroquí se había mostrado conciliador. Cuatro días antes, el 14 de mayo, los seis partidos políticos que conforman la mayoría gubernamental habían estimulado las protestas al publicar un comunicado en el que acusaban a sus cabecillas de “promover ideas destructoras que siembran la discordia” y, peor aún, de ser “separatistas”, es decir nacionalistas rifeños.
A principios de esta semana hubo un cambio de registro. Una delegación de ministros y directores de instituciones públicas viajó hasta la provincia marginada y anunció proyectos sociales, educativos y nuevas infraestructuras, pero no concesiones políticas o culturales. Prometió la apertura en Alhucemas de una antena de la universidad de Tánger, la rehabilitación de escuelas, la contratación de 500 profesores, la remodelación y adquisición de equipamientos para un centro oncológico etcétera. El Estado estaba dispuesto a gastarse unos 900 millones de euros.
La prédica de los imanes puso fin el viernes a la tensa tregua. Causó un gran malestar entre los fieles hasta el punto de que, como sucedió en la mezquita de Omar Ibn Al Khattab en Imzouren, se marcharon del templo para mostrar su desaprobación.
Nasser Zefzafi, de 39 años, el líder carismático de la revuelta rifeña, estaba entre los asistentes al rezo en la mezquita Mohamed VI, la mayor de Alhucemas. Se levantó de inmediato cuando el imán comenzó a arremeter, sin nombrarle, contra el movimiento que él encabeza. Le arrebató el micrófono y se puso a “predicar” acusando al “majzén” (los centros de poder que rodean al rey) de ser el verdadero causante de la “fitna”. “¿Están hechas las mezquitas para Dios o para el “majzén”?”, se preguntó indignado.
Nasser Zefzafi se dirige a la muchedumbre
Escoltado por decenas de jóvenes Zefzafi volvió entonces a su casa desde cuyo tejado continuó arengando a la muchedumbre hasta que las fuerzas de seguridad de acercaron para apresarle. Huyó entonces a toda prisa. El fiscal general del rey en Alchucemas confirmó poco después, en un comunicado, que había ordenado su detención por “entorpecer la libertad de culto” al haber “impedido al predicador continuar su sermón y pronunciar un discurso provocador en el que insultó al imán” y “perturbó la tranquilidad y sacralidad del culto privando a los fieles de la última oración del viernes del mes de Chaâbane” (mayo).
Si Zefzafi hubiese pronunciado esas mismas palabras fuera de la mezquita no habría puesto en bandeja a las autoridades un pretexto para detenerle y, probablemente, encarcelarle. La prensa afín al poder, como el diario online “Le 360”, acusa ya a Zefzafi de “comportarse como Al Baghdadi [líder del Estado Islámico] durante la oración del viernes”.
En su escondite, que la policía busca día y noche, Zefzafi grabó un vídeo ampliamente difundido en las redes sociales. Asegura estar bien e insta a los jóvenes rifeños a “preservar el carácter pacífico de sus manifestaciones”. “Hemos vencido y hemos visto el miedo en sus rostros”, concluye refiriéndose al “majzén”.
Los jóvenes de Alhucemas no han seguido sus consejos. Con piedras y palos atacaron, el viernes por la tarde, a los antidisturbios obligándoles a veces a retroceder y causando tres heridos graves en sus filas, según un balance oficial. Las fuerzas del orden tampoco flaquearon a la hora de reprimir. El sábado por la mañana habían detenido a una veintena de jóvenes cabecillas y trataban de echar el guante a bastantes más. No les temblaba el pulso a la hora de registrar numerosos domicilios particulares empezando por el del propio Zefzafi.
Rabat parece haber optado por la represión sin contemplaciones. Prueba de ello es el nuevo comunicado del fiscal en el que señala: “Los primeros elementos de la investigación han puesto de relieve que las personas implicadas (…) se han beneficiado de transferencias de fondos desde el extranjero así como de un apoyo logístico para desarrollar campañas contra la unidad del reino y sus instituciones así como contra los símbolos del Estado (…)”. El mensaje implícito es que el Estado no puede dialogar con “traidores” que enarbolan la bandera de la efímera República del Rif (1921-1926).
El fiscal no menciona a Argelia, pero probablemente la que tiene in mente. Asume así las denuncias formuladas por un puñado de medios de comunicación marroquíes y, sobre todo, algunos internautas afines al poder y muy activos en las redes sociales. Todos ellos sostienen sin aportar pruebas que el “oro de Argel” financia unas protestas cuyo coste es irrisorio.
El que se lleva la palma en Twitter es el Consejo Real Consultivo para los Asuntos Saharianos, un centro de apoyo a la oferta marroquí para el Sáhara Occidental. “Los servicios secretos argelinos no lograrán nunca en Alhucemas lo que no consiguieron en el Sáhara”, es uno de sus mensajes más repetidos. Aquellos que propagan calumnias a través de las redes han descubierto incluso quien es el jefe para Marruecos del servicio secreto argelino: un periodista español que desde Tetuán cubre el país donde reside para varios diarios en España.
La prueba de sus vínculos con los “separatistas” rifeños la constituye una foto suya sentado en un salón junto a Zefzafi cuando le fue a entrevistar poco después de haberse reunido con el primer ministro marroquí, Saahedine el Othmani, para formularle también algunas preguntas. Afortunadamente buena parte de la prensa marroquí se ha tomado a broma estas acusaciones.
Las torpezas de Rabat disparan las protestas en el Rif
Por enésima vez Alhucemas, la ciudad en el corazón del Rif, se echaba a la calle este jueves para protestar por su marginación, pero su reivindicación fue precedida de una huelga general masivamente secundada por la población de esta región costera y montañosa del norte de Marruecos donde viven algo menos del 10% de los 4,5 millones de rifeños.
El descontento de los rifeños no ceja desde finales de octubre y alguna que otra torpeza del Gobierno marroquí ha contribuido a reactivarlo. El ministro del Interior, Abdelouafi Laftit, convocó el domingo por la noche a los seis partidos de la coalición gubernamental para informarles de la situación en el Rif. Al término de la reunión publicaron un comunicado que añadió leña al fuego a una situación ya de por sí tensa.
En él acusaban al movimiento rifeño de “promover ideas destructivas que siembran la discordia en la región”, de “instrumentalizar las reivindicaciones de los vecinos de la provincia de Alhucemas para perjudicar a la integridad territorial del Reino”, es decir de fomentar el separatismo. Esbozaban, por último, la sospecha de que las protestas son instigadas por “elementos exteriores”.
Llegada de policías y militares a Alhucemas
Nasser Zefzafi, de 39 años, el carismático líder que ha surgido en el Rif desde hace siete meses, tachó de “provocación” el comunicado y convocó la huelga y la manifestación de este jueves. “No somos separatistas”, afirmó Zefzafi en un vídeo que colocó en Facebook. “Formulamos reivindicaciones legítimas”, añadió, que son sobre todo de índole social, pero que incluyen la abrogación de un “dahir” (real decreto) de 1958 que militarizó el Rif para facilitar que el Ejército sofocase la sublevación de la región tras su descolonización por España.
Zefzafi no será separatista, pero en los cortejos que encabeza no hay ninguna bandera marroquí -alguna vez se coló brevemente una española- y sí abundan los estandartes bereberes y cada vez más los rojiblancos, con una media luna en el centro, de la efímera República del Rif (1921-1926) que presidió Abdelkrim el Khattabi.
De nada sirvió que los partidos políticos marroquíes, probablemente arrepentidos, publicaran 48 horas después otro texto mucho más matizado sobre las protestas rifeñas a las que reconocen legitimidad. El daño estaba hecho y los rifeños se prepararon para movilizarse de nuevo. Empezaron a echarse a la calle a finales de octubre tras la muerte, triturado en el interior de un camión de la basura, de Mohcin Fikri, de 31 años, un vendedor ambulante de pescado cuya mercancía había sido incautada por las autoridades y que trató de recuperar introduciéndose en el vehículo. Siete de los causantes de esta tragedia fueron condenados en abril a entre cinco y ocho meses de cárcel.
El comunicado virulento del domingo resquebrajó también la tradicional unanimidad de la pletórica coalición gubernamental que encabeza, en teoría, el Partido de la Justicia y del Desarrollo (PJD, islamista moderado). Nabil Andaloussi, diputado islamista por Alhucemas, criticó desde el Parlamento “el enfoque represivo que no resolverá el problema sino que lo empeorará”. El comunicado, escribió en su página de Faebook otra islamista, Amina Maelainine, vicepresidente de la cámara baja, solo “reavivará” la llama de la contestación en esa provincia.
Despliegue de las fuerzas de seguridad.
La segunda torpeza gubernamental que ha exacerbado aún más los ánimos ha sido el envío a la provincia de Alhucemas de miles de antidisturbios, gendarmes y de soldados de las Fuerzas Armadas Reales. Si se exceptúa el Sáhara Occidental, es la primera vez desde 2005 en Ceuta y Melilla que Marruecos recurre al Ejército para el mantenimiento del orden.
Los activistas rifeños aseguran que se han desplegado en la zona unos 25.000 hombres, uno por cada 12 habitantes adultos, algo injustificado porque hasta ahora las manifestaciones se han desarrollado sin incidentes. La cifra es imposible de comprobar, pero hay datos que llaman la atención como los campamentos levantados en barrios de las afueras como Mirador o Sabadia y la instalación de un hospital militar de campaña en la periferia de Alhucemas.
La demostración de fuerza de gendarmes y policías ha sido condenada hasta por las agrupaciones en el Rif de dos partidos de la coalición gubernamental -los islamistas del PJD y los socialistas- y por los que están en la oposición. Las fuerzas de seguridad no trataron, sin embargo, de impedir la huelga, pero sí que los vecinos de los pueblos de la provincia rifeña llegasen a la capital para engrosar la manifestación de la tarde. En los controles establecidos en las carreteras les obligaban a dar media vuelta. Algunos optaban por caminar por senderos rurales.
Interior no ha explicado los motivos de ese impresionante despliegue, pero Abdalá Boussouf, que preside un órgano gubernamental (Consejo de la Comunidad Marroquí en el Extranjero) y tiene rango de ministro, sí lo ha hecho ante la prensa extranjera. La presencia de tantos uniformados “es normal porque Alhucemas está entre los dos enclaves ocupados de Ceuta y Melilla”, declaró, por ejemplo, el miércoles a la televisión France 24. Muchos marroquíes se mofarons de sus palabras en las redes sociales.
Los rifeños han decidido además dar un salto cualitativo a su lucha. Se esfuerzan por recabar apoyos internacionales para sus reivindicaciones. Pierre Vermeren, profesor de historia del Magreb en París, asegura que en Europa viven unos dos millones de personas con orígenes rifeños. Los más jóvenes han creado una veintena de comités de apoyo al movimiento del Rif y se han dado cita este fin de semana en Madrid “para debatir sobre cómo podemos respaldar la lucha de nuestros hermanos desde los países europeos en los que residimos”, explica uno de los asistentes a la reunión. Paralelamente han convocado para el sábado concentraciones de protesta ante los consulados de Marruecos en ocho países europeos.
Fuente: El Confidencial y El País